divendres, d’agost 18, 2006

Sobre "Viatges amb Heròdot", de Kapuscinski

Font: La Vanguardia - La Libreta por Lluís Foix

Lluís Foix
Periodista

"Viajes con Heródoto
16/08/2006 - 19.06 horas

Aprecio y admiro a los periodistas que saben situar lo que escriben en su contexto histórico. Periodistas que levantan el vuelo y observan la realidad desde la distancia sin que se les escapen los movimientos y las corrientes de fondo que son las que de verdad cambian la historia. Periodistas a ras de tierra pero, a la vez, distanciados de los hechos cotidianos.

Admiraba a Indro Montanelli por su cultura y por su sarcasmo. Por su hábito de tratar por igual a los grandes que conoció y padeció y a los lectores que le suministraban otros puntos de vista tan interesantes como los suyos.

Periodistas que formulan críticas desde un cierto conocimiento de la historia. De William Pfaff me interesa todo porque sabe ver más allá de los titulares de prensa. Sabe historia y sus artículos en los diarios occidentales son obligatorios para las mentes curiosas y cultivadas de hoy en día.

He leído prácticamente todos los libros que ha escrito Ryszard Kapuscinski, el periodista polaco que ha viajado por todo el mundo para informar sin prisas y con la perspectiva que da el conocimiento de la historia. Su perfil del emperador Haile Selasie de Etiopía es una obra maestra del periodismo y de la biografía.

Ahora nos ha obsequiado con su "Viajes con Heródoto" (Anagrama, 2006), un recorrido por los grandes problemas y conflictos de la Humanidad. Y lo hace de la mano de los nueve libros de Historia del primer historiador de la Grecia clásica que construyó la memoria de su época sin documentos, sin referencias y sin saber exactamente si eran ciertos los episodios que contaba.

Del libro de Kapuscinski y sus viajes con Heródoto me quedo con su obsesión por el concepto de la memoria, un recuerdo frágil, defectuoso, efímero e incluso ilusorio. Todo lo que ocurre a nuestro alrededor puede esfumarse, desaparecer sin dejar rastro si nadie deja constancia por escrito.

También retengo su visión de los conflictos entre Oriente y Occidente de los que no nos podemos librar nunca. Arranca de la homérica guerra de Troya, un relato épico recogido de la memoria de generaciones pasadas, las guerras entre persas y griegos, Alejandro contra el imperio persa, los árabes contra occidente, las Cruzadas de la Edad Media y más tarde el imperio Otomano que llega a las puertas de Viena.

La pugna entre Grecia (Europa) y Persia (Asia) se remonta a la noche de los tiempos. Occidente y Oriente luchan a vida y muerte sin descanso. Constantinopla parecía que era el nexo de unión entre los dos mundos. Pero por poco tiempo.

Los europeos se apoderaron de los vestigios del imperio otomano al terminar la Gran Guerra de 1914. Subdividieron la zona en áreas de influencia británica y francesa. Crearon nuevos estados artificiales. La creación del estado de Israel en 1948 añadió la cuña que ha cultivado el enfrentamiento entre los dos mundos.

Persia, el Irán de los ayatollahs, vuelve a estar frente al Occidente de la modernidad al que pretende destruir con los instrumentos de la modernidad, pero para destruirla.

En ocasiones la balanza se inclina hacia Occidente. Pero Oriente vuelve a surgir con nuevas amenazas y con nuevas ofensivas. Es una mirada retrospectiva al gran conflicto que cíclicamente enfrenta a los dos mundos que se pelean por el poder, por la influencia, por la dominación de la cuna de la civilización que se encuentra en el arco mediterráneo que va desde la península arábiga hasta el estrecho de Gibraltar.

En este enfrentamiento cuenta la memoria de dos mundos. Los pueblos y las personas recuerdan aquello que quieren recordar y no lo que en verdad ha sucedido. Cada individuo tiñe la memoria del color que más le conviene y prepara en su crisol particular su propia mezcla.

Son las razones profundas de las guerras endémicas entre Oriente y Occidente. Son dos memorias, dos culturas, dos religiones, dos modos de comprender el pasado y preparar y dominar el futuro. Tenemos conflicto para mucho tiempo. Una guerra que ninguno de los dos bandos ganará definitivamente. Hay demasiada memoria, demasiada memorias."